El Gordo de la Navidad también reparte suerte entre los mecánicos de coches y sus clientes
Leganés y Arrasate. Han sido dos de las localidades donde la lluvia de millones de la Lotería Nacional ha dejado más agraciados. Entre ellos, varios mecánicos de coches que llevaban el número de El Gordo, el 62.246. “Tapar agujeros”, disfrutar del momento, regalarse algún capricho y volver a trabajar esta semana como cualquier otra. Son las impresiones recogidas entre todos ellos por los periodistas que han cubierto el sorteo de Navidad. En Arrasate también fueron premiados algunos clientes del taller que repartió lotería.
La historia más mediática ha sido, quizá, la de Raúl Clavero, operario de un taller mecánico de la localidad madrileña de Leganés. Cómo él mismo relataba, se enteró del premio antes de levantarse. “Saltamos de la cama y salimos corriendo”, explicó. Aún nervioso, horas después del sorteo, aseguró que con los 400.000 euros ganados “pagaría la hipoteca, será lo primero, y después, disfrutaré el resto”. En su caso, además, otros cuatro miembros de su familia también jugaban décimos con el número agraciado.
En Arrasate, el número de El Gordo también tuvo olor a gasolina y grasa. Entre los premiados, los empleados de dos talleres de coches, uno oficial y otro multimarca, que no ocultaban su alegría. "Aún no nos lo creemos. Lloramos de felicidad", manifestaban Laura y Jessica, hijas de José Ignacio Agüero y Carmen Conejo, poseedores de dos décimos premiados, y operario el primero de un taller oficial, que también repartió lotería entre algunos clientes. "Nosotros jugamos 30 euros -en alusión al matrimonio- y mi suegra los diez euros restantes", detallaba Conejo, que no paraba de recibir felicitaciones. “¡Qué bien nos viene! -se congratulaba-. Estamos pasando por un momento duro; nuestro tres hijos, de 28, 25 y 21 años, están en paro", exponía el mecánico.
Después de la polémica que ha acompañado al anuncio de la Lotería de Navidad de este año, con Montserrat Caballé y Raphael como protagonistas, el spot del año pasado de la Lotería de El Niño, ambientado en un taller de reparación de vehículos, es un ejercicio de sano humor.